Cabo Ortegal: las rocas más antiguas de la Península Ibérica

Acantilados de Punta do Limo y Vixía de Herbeira, desde el faro de Ortegal.

Se llega a Cabo Ortegal por una estrecha carretera que discurre entre bosques de pinos y eucaliptos y monte bajo. Su primer tramo se abre camino monte arriba y según gana altura proporciona estupendas panorámicas de la ría de Ortigueira y el pueblo de Cariño. Luego, en fuerte caída alcanzamos la segunda punta más septentrional de la Península Ibérica, señalada con un faro cilíndrico de 10 metros de altura.

El faro de Ortegal se levanta a 124 metros sobre el mar, y desde el mirador de su base la vista es sobrecogedora: de frente, Os Aguillóns, pináculos que el mar ha separado de la punta; hacia el Este, la ría de Cariño y Ortigueira y, más allá, si la bruma no lo impide, la punta de Estaca de Bares; y hacia el Oeste, los elevados acantilados de Punta do Limo y Vixía de Herbeira.
Estamos ante las rocas más antiguas de Galicia, muy resistentes a la erosión, cuyo origen se remonta 1.160 millones de años, según las últimas investigaciones del Museo de Historia Natural de Londres y de la Universidad Complutense de Madrid.
Por su complejo origen geológico y la singularidad de su flora y fauna, la península de Cabo Ortegal está declarada Zona de Especial Protección de los Valores Naturales. El cormorán moñudo, la gaviota patiamarilla, el mirlo azul y el paiño común, que cría en los agujeros de las rocas, conviven en este litoral con aves rapaces como el halcón peregrino o el busardo ratonero.
Os Tres Aguillóns, frente al faro de Cabo Ortegal.

Y estamos también en un lugar geográfico, paso obligado, durante la Segunda Guerra Mundial, de los buques de Estados Unidos que llevaban suministros a la Francia ocupada por el Tercer Reich, donde tuvieron lugar 36 hundimientos de submarinos alemanes a manos de la aviación aliada, la mayoría al Noroeste de Cabo Ortegal.

Lo cuenta Marcos Fraga en su obra “El litoral de Galicia Rías Altas: de Ribadeo a Fisterra”: los submarinos alemanes que acechaban el paso de los mercantes para torpedearlos emergían cada siete horas para recargar baterías y renovar el aire, momento que aprovechaba la aviación aliada para atacarlos.
El 3 de julio de 1943 se fue a pique el sumergible U 126 y comenzó tal acoso aliado que la flota alemana empezó a aproximarse más a tierra y a situarse incluso bajo los pesqueros de la zona. Como consecuencia de estos ataques, los cuerpos de 1.522 marinos alemanes quedaron bajo estas aguas donde se mezclan el Cantábrico y el Atlántico.Post relacionados:
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Soy periodista. Cofundadora y directora de la editorial Belagua. Trabajo en proyectos editoriales centrados en la comunicación turística de Galicia, y desarrollo tareas editoriales, de comunicación y de creación y gestión de contenidos para todo tipo de publicaciones. Soy navarra, vivo en Vigo y adoro Galicia.

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