“Dichoso el burro al que en el camino le quitan la carga” dice el refrán popular, pero mucho me temo que de esa dicha no gozaban los sufridos animales que ayudaban a los molineros del río Barosa, en el municipio de Barro (Pontevedra).
No hay más que ver la pendiente donde se enclavan los 17 molinos hidráulicos de este lugar que en la Edad Media abasteció al monasterio compostelano de San Martín Pinario, para hacerse idea del enorme esfuerzo que suponía transportar el cereal hasta el molino y la harina de vuelta.
Las fuertes lluvias de este invierno, incesantes también al entrar la primavera, transformaron la ya pronunciada cascada del río Barosa en un espectacular torrente de agua. En tiempos su fuerza se empleaba para la producción de harina de maíz y de centeno principalmente, de gran interés económico para la comarca. Ahora, con los molinos en desuso, apenas unos pocos restaurados y la mayoría mal conservados, la cascada es el foco de atracción principal del Parque de la Naturaleza del río Barosa.
El área cuenta con una explanada de aparcamiento y una extensa zona verde con mesas de piedra, bancos y caminos pensados para el paseo y el descanso, y por ella discurre el Sendero dos Muíños da Barosa, de 3,5 kilómetros de longitud y dificultad media.
El sendero asciende por el margen derecho del río —por una zona llamada Ría de Arriba porque en ella se localiza una ría o hilera de diez molinos— hasta el puente de A Búa, y continúa después en forma de ruta circular hasta otro puente, el de San Breixo. El conjunto de molinos del río Barosa se completa con otra hilera de seis —Ría de Abaixo— en el margen izquierdo de la cascada y un molino aislado algo más abajo.
Al pie de la cascada, dos molinos restaurados se han convertido en el Espacio Gastronatural Barosa, donde disfrutar tanto de la buena cocina como de espectáculos culturales, música y copas al aire libre. Esta es la intervención humana más reciente y también la más segura para el visitante, en la que deberían quedarse todos aquellos que no lleven el calzado adecuado para andar por la naturaleza.
Lo digo por quienes se adentran con tacones, zapatillas sin apenas suela o calzado de suela lisa, por ejemplo, por un accidentado terreno y, más aún, pretenden cruzar por las canalizaciones del agua recubiertas de verdín para llegar a una gran piedra en mitad del río a hacerse una foto con la cascada de fondo. De esta guisa, y en medio de un importante trasiego de visitantes de todas las edades, para mi sorpresa eran demasiadas las personas que se arriesgaban a tener un serio traspié.
Con todo, te recomiendo visitar el Parque de la Naturaleza del río Barosa, pues este excepcional paraje natural, en el que una placa recuerda el asalto en Ponte Barosa al carruaje del mariscal Soult durante la guerra de la independencia en 1809, es un testimonio de la importancia económica que tuvo la molienda hidráulica hasta los años 70 del siglo XX en el rural de Galicia. Aquí, en Terras de Pontevedra, además de los molinos del río Barosa, disponían de otros esparcidos por ríos más pequeños del entorno y, si las lluvias escaseaban, de los de Segade (Caldas de Reis), otra importante concentración de molinos en el río Umia.
Solo las casas de labranza más ricas poseían molino propio, pero la existencia de los molinos de maquía, donde se pagaba una cantidad de harina por su uso, hacía posible que todo el mundo obtuviera harina de su propio grano.
Así que es fácil imaginarse el trajín de gentes y de animales de carga por estos caminos, y también las relaciones sociales que tenían su epicentro en torno a una actividad tan imprescindible para las gentes del rural como era la molienda. Por eso es lógico que por toda Galicia, “el país de los mil ríos” que diría el escritor Ramón Otero Pedrayo, se encuentren conjuntos de gran valor etnográfico.
Algunos ejemplos: En Pontevedra, los de Barosa (Barro), Segade (Caldas de Reis), Armenteira (Meis), Folón y Picón (O Rosal); en A Costa da Morte (A Coruña), los de Ardeleiro (Malpica), San Adrián de Toba (Cee), Verdes (Coristanco); en Ourense, los de As Penas (Amoeiro), Veronza (Carballeda de Avia); y en Lugo, los del río Escádevas (Guitiriz) o los de Ferramolín (O Courel).
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Yo voy el uno de septiembre espero que sea una zona para pasear bien y comer cualquier cosa creo que hay algo de eso me gusta la naturaleza pero las rutas que hago son fáciles ya que las piernas no acompañan
Es precioso . Tuve la suerte de conocerlo el año pasado en un concierto de corales que dimos en Barros Se los recomiendo . Quedaran encantados Un Saludo desde Ribadavia.
Gracias, Esther, por animar a los lectores de este blog a visitar un lugar de naturaleza con tanta carga etnográfica. Es realmente un lugar digno de visitar, tiene muy buen acceso y resulta ideal para pasar una jornada en familia o con amigos.
Un relato muy interesante y el sitio espectacular, ideal para hacer una excursión y disfrutar de la naturaleza. Saludos!!!
Es un lugar precioso, no conocía la historia, me ha parecido interesantísimo el post. Las fotos son increíbles!! Bss
Ideal para un día en familia. Y cuando llegue el verano, es una zona de baño estupenda.