Un juego de espejos que convierte las réplicas de dos cañones en una impresionante batería dispuesta para disparar desde el costado de un navío. Es uno de los elementos que más va a sorprender a quienes visiten, a partir el próximo mes de mayo, la antigua Fábrica del Alemán, convertida en el Meirande, Centro de Interpretación de la Batalla de Rande y del Patrimonio Industrial, y situada a solo 12 metros de uno de los pecios hundidos en el histórico combate naval de 1702 en la ría de Vigo.
El Meirande ve la luz seis años después de que la Asociación Deportiva y Cultural de Rande (Cedeira-Redondela) lanzara el reto. Revalorizar la antigua conservera Boyé como elemento del patrimonio industrial de la ensenada de San Simón, y dedicarla a un episodio histórico en el que participaron cuatro naciones europeas (España, Francia, Inglaterra y Holanda) en la Guerra de Sucesión española (1701-1713) ha costado 1,2 millones de euros, sufragados al 80% por fondos europeos.
El centro es una estructura de varios módulos en los que se reparten cuatro salas de exposición. Por fuera, mantiene las ruinas de la vieja fachada de piedra, que funciona como un cierre de todo el complejo, pues tras ese muro al aire libre se exhiben varias máquinas de la antigua conservera Boyé.
La sala de acceso al Meirande está dedicada a la explicación más técnica de la batalla misma y de su contexto histórico, el conflicto de intereses que originó la sucesión del rey Felipe IV, cuyas hijas se casaron una con el emperador de Austria Leopoldo I, y otra con el rey de Francia Luis XIV. Una guerra, por lo tanto, entre primos —el archiduque Carlos y Felipe de Anjou—, que finalizó con la paz de Utrecht y asentó la dinastía borbónica en España. Y un tiempo en el que la Corona española se lucró con el expolio de los recursos naturales de América y el comercio de oro y plata, piedras preciosas, pigmentos minerales, maderas nobles, cacao, tabaco y alimentos como el maíz, el tomate y la patata, que eran transportados por flotas de galeones custodiadas por otros navíos fuertemente artillados. Lo que se llamó la Carrera de Indias.
De entrada, hay que decir que en el Meirande se puede tocar y se puede jugar. Los más pequeños entretendrán la visita haciendo puzzles o jugando a una ruleta que les dirá si están o no suficientemente bien alimentados para poder sobrevivir a una expedición a Indias, un viaje en condiciones infrahumanas que duraba una media de 13 o 14 meses.
Porque la batalla naval de Rande, que se explica en el contexto de una guerra de alianzas militares y de intereses geoestratégicos de las potencias europeas en el siglo XVIII por el control del poder en el Viejo Continente, cobra una dimensión más mundana en la tercera sala del Meirande: ¿Cómo era la vida en los galeones? ¿Quiénes eran aquellos aventureros que hacían la Carrera de Indias? ¿Qué comían? ¿Qué bebían? ¿Dónde hacían sus necesidades?
Al fin y al cabo, los protagonistas de la batalla de Rande son los 16 galeones españoles de la Flota de la Plata, al mando de Manuel de Velasco, que transportaba el mayor cargamento jamás traído de América. Aquella había sido una expedición a Indias de 38 meses de duración.
Navegaban custodiados por una escuadra francesa de 15 navíos de línea y otras embarcaciones menores, y su destino era el puerto de Cádiz. Sin embargo, la noticia del ataque a Cádiz por parte de tropas inglesas y holandesas les llevó a buscar un lugar seguro para la descarga.
La elección fue la ría de Vigo, con la mala suerte de que, de vuelta a casa y derrotados en Cádiz, los angloholandeses —150 buques, de los cuales 70 eran navíos de línea— reciben la noticia de la presencia de la Flota de la Plata en Vigo, y deciden atacarla. En pleno fragor, ante la desigualdad de fuerzas navales y la mala preparación de las milicias terrestres, los franceses ordenaron incendiar la flota española para evitar que cayera en manos del enemigo.
La batalla tuvo lugar el 23 de octubre de 1702, y desde entonces han sido numerosos los intentos de rescatar los tesoros, en campañas submarinas a las que también se alude en el “Meirande”. Arqueólogos marinos han encontrado al menos una treintena de pecios, pero la localización de los galeones se mantiene en secreto para evitar expolios.
Sobre la existencia o no de los tesoros, se trataría de una cuestión de fe, alimentada, en parte, por la novela de Julio Verne Veinte mil leguas de viaje submarino, pues la versión histórica es que los metales preciosos fueron descargados antes del ataque naval y enviados a Lugo en carros de bueyes.
El Meirande, dependiente del Ayuntamiento de Redondela, debe ahora acondicionar el acceso por tierra y un parking para vehículos. Igualmente, contará con un pantalán flotante para facilitar el atraque de los barcos de pasaje.
En mi opinión, su atractivo como nuevo recurso turístico en la ría de Vigo no reside únicamente en la exposición interpretativa sobre la batalla de Rande, sino que se incrementa aún más por su ubicación en el mismo entorno del yacimiento submarino y por su integración en un proyecto más amplio de revalorización del paisaje cultural de la ensenada de San Simón a través de su patrimonio industrial.
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Te tomo la palabra! 🙂
No esperaba menos, Inés 😉
Me encanta que se pueda tocar y que los peques tengan acceso a este tipo de recintos, apuntadísimo está!!!
Y el día que vengáis me avisas, que a lo mejor podemos hacer algo bonito por la ensenada 😉