Santiago de Compostela, destino universal
Todo el poso de la cultura europea está contenido en el conjunto monumental de Santiago de Compostela, Patrimonio Cultural de la Humanidad, adonde se llega por la ruta de peregrinación más antigua del Viejo Continente.
Rodeada de jardines históricos y excelentes miradores naturales, la capital de Galicia no puede sustraerse ni a su significado cultural y espiritual ni a la existencia de una Universidad con más de 500 años de antigüedad. Tampoco puede entenderse sin las aportaciones de la arquitectura más vanguardista, de la que es un exponente el
Centro Galego de Arte Contemporánea, y sin su intensa actividad profesional, de marcada vocación internacional.
Edificios que en otro tiempo fueron hospital de peregrinos, conventos, monasterios o nobles residencias son ahora parte de la oferta hotelera orientada a la organización de congresos, convenciones y viajes de incentivo en Santiago de Compostela. A la tradicional del Parador Hostal de los Reyes Católicos, se suma la de un buen número de modernos hoteles, como los establecimientos AC Palacio del Carmen, Puerta del Camino o Los Abetos, y una amplia oferta de hoteles con encanto en palacetes y antiguos edificios rehabilitados. Merecen, además, mención especial dos lugares cuya particular atmósfera aporta un valor añadido a cualquier evento: el Pazo de San Lorenzo de Trasouto, en el corazón de la ciudad, y el Pazo de Oca, en la vecina localidad de A Estrada.
El primero, un singular edificio rodeado de un bosque y espléndidos jardines que inmortalizó Rosalía de Castro, con cocina de alta calidad, nobles salones e incluso iglesia donde celebrar conciertos o liturgias. El segundo, la más antigua de estas viviendas nobles típicas de la Galicia rural, se encuentra a veinte kilómetros de Santiago y sorprende por el estilo dieciochesco de sus jardines y laberintos, su magnífico acueducto, sus estanques y sus avenidas de viejos castaños.
Ambos son imprescindibles, junto al Pazo de Santa Cruz de Ribadulla o de Ortigueira –con jardines selváticos donde abundan los robles, magnolios, olivos y eucaliptos–, en la Ruta de los Jardines de Invierno, engalanados en esta época con las bellas y singulares flores típicas de Galicia, las camelias.
Pasear por las cubiertas de la catedral de Santiago permite contemplar y casi tocar el paisaje de tejados de la ciudad antigua; alcanzar con la vista las afueras; admirar en detalle el contraste de estilos arquitectónicos, y evocar historias de peregrinos ante la cruz de los farrapos y el pilón donde quemaban sus viejos y sucios atuendos. Es otra forma de conocer esta ciudad eterna. Porque la visita guiada, que comienza ascendiendo por la torre del Palacio Arzobispal de Xelmírez, constituye una rápida pero muy completa aproximación a la historia de Compostela y al fenómeno de las peregrinaciones desde la Edad Media hasta nuestros días.
A pie de calle, la piedra invariable del pavimento, graciosos callejones, monumentales plazas, edificios de soportales y de galerías acristaladas, ofrecen estampas intemporales, más bellas aún cuando la lluvia las carga de melancolía. Tabernas y restaurantes que exhiben marisco fresco y deliciosos postres –como la tarta de Santiago o las filloas–, cafés antiguos y pequeños pubs se alternan en el casco histórico con multitud de tiendas de souvenirs, de plata y azabache, de sombreros o de encajes.
En este ambiente, tan sugerente es contemplar el vuelo pendular del mítico botafumeiro en la misa del peregrino como sentarse a la mesa en los restaurantes de los prestigiosos cocineros Marcelo Tejedor o Toñi Vicente.
Por su céntrica situación y sus excelentes comunicaciones –cuenta con el mayor aeropuerto de Galicia–, Santiago de Compostela está a mano de otros lugares turísticos de interés. Una escapada urbana a A Coruña; una excursión a los espacios monacales de A Ribeira Sacra o un recorrido por las Rías Baixas –con paradas en el centro histórico de Cambados, capital del albariño y tierra del escultor Francisco Leiro; el casco antiguo de Pontevedra, espléndido tras su ejemplar rehabilitación, y la afamada isla de A Toxa, centro termal desde el siglo XIX–, son el complemento ideal para unas jornadas en las que trabajo y ocio van juntos.
Con emociones inagotables: desde la fascinación de pasear en catamarán con degustación de marisco y vino a bordo, en A Toxa, hasta la excitación de participar en una regata de vela en cualquier punto de las Rías Baixas.
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Soy periodista. Cofundadora y directora de la editorial Belagua.
Trabajo en proyectos editoriales centrados en la comunicación turística de Galicia, y desarrollo tareas editoriales, de comunicación y de creación y gestión de contenidos para todo tipo de publicaciones.
Soy navarra, vivo en Vigo y adoro Galicia.
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