Henrique Otero Barberena, experto en construcción de embarcaciones tradicionales, comienza la visita guiada al astillero Hermanos Abeijón con una cerrada defensa de la resistencia de los barcos de madera frente a los de poliéster, contando que en estos momentos se encuentra en el astillero un barco cerqueiro (dedicado a la pesca de cerco) que chocó contra una piedra y rompió la quilla. “Un barco de poliéster con ese mismo golpe hubiera ido a pique”.
Luego, contemplando «in situ» el minucioso trabajo de los calafetadores, saltan a la vista las razones: el golpe ha dañado únicamente la quilla del cerqueiro, una pieza vertebral que simplemente hay que sustituir; el casco del barco de poliéster es una única pieza, por lo que el mismo golpe le haría un gran boquete.
Hermanos Abeijón, en el pequeño puerto de O Freixo (Outes), en la ría de Muros e Noia, es una de las 20 carpinterías de ribera que permanecen activas en toda Galicia. A diferencia de otros lugares de Europa, donde la construcción naval en madera está centrada en las embarcaciones de recreo, en Galicia es la pesca profesional la que mantiene viva una actividad que floreció desde la Edad Media al calor del transporte marítimo y que a finales del siglo XIX concentraba en la ría de Muros e Noia a medio centenar de carpinterías de ribera.
Hermanos Abeijón construye ahora un barco naseiro (para pesca con nasas) y un racú (cabinado por capricho de su armador) dedicado a la pesca deportiva. Si antiguamente en estas carpinterías se hacían únicamente los cascos, en los tiempos actuales la construcción es “llave en mano”, es decir, el astillero se ocupa también de la mecánica y la electricidad.
Fátima Abeijón pertenece a la cuarta generación de esta familia de carpinteros de ribera. Es ella quien nos conduce por el interior del astillero, impregnado del olor de la madera, por el que se amontonan plantillas y madera para secar, y nos lleva hasta un pequeño habitáculo donde se expone, de momento, una ínfima parte de la historia del astillero: 35 maquetas de barcos que yacían olvidadas por todos los rincones del taller. Medios cascos a escala, salidos de las manos de maestros carpinteros, con marcas y anotaciones de su puño y letra, a los que en el futuro se añadirán herramientas, fotografías y otros documentos de la memoria del astillero.
La visita al astillero Hermanos Abeijón es la propuesta de turismo marinero que Mar Galaica ha ensayado con motivo de la celebración en O Freixo del XI Encontro de Embarcacións Tradicionais, entre los pasados días 11 y 14 de julio.
De la mano de Henrique Otero, numerosas personas han visitado el astillero al que todos los días acude el abuelo de Fátima. Manuel Abeijón se sienta en unos tablones en la parte destinada al secado de la madera y echa las horas sumido en sus recuerdos desde que él mismo aprendió el oficio con su padre. De vez en cuando hasta da su parecer a sus hijos, José, Domingo y Andrés, éste el padre de Fátima.
La pregunta sobre el relevo generacional estaba cantada, y Henrique, con su amplia experiencia docente, pone el dedo en la llaga de uno de los males que aquejan a la carpintería de ribera: la formación. La escasez de trabajo en este sector impide ofertar un ciclo de grado medio específico, y la supervivencia de las escuelas-taller depende de algo tan inconsistente como la voluntad y la sensibilidad política por la transmisión del oficio a las nuevas generaciones y la conservación de un saber centenario.
¿Es mejor un barco de madera que uno de poliéster? ¿Tiene un barco de madera mayor mantenimiento que uno de poliéster? Entre Henrique y Fátima van resolviendo las preguntas de los visitantes.
Partiendo de que todos los barcos requieren mantenimiento, y de que las nuevas técnicas y los nuevos materiales de construcción en madera facilitan las tareas de mantenimiento, aseguran que las ventajas de un barco de madera sobre otro de poliéster hay que buscarlas en el comportamiento de las embarcaciones en el agua.
Es por ello por lo que tras muchos años de incentivos gubernamentales a la construcción en poliéster y de desguace de embarcaciones de madera, la actividad pesquera de Galicia vuelve a demandar barcos de madera. Su estabilidad es infinitamente superior, y por eso son ahora los preferidos para trabajar en las bateas de mejillón. De hecho, como explica Henrique, la amplia tipología de embarcaciones tradicionales es debida a una confluencia de factores: su utilidad, el lugar donde va a navegar, la maestría del carpintero y las exigencias del armador.
Gracias a la labor de los más de cuarenta colectivos integrados en la Federación Galega pola Cultura Marítima e Fluvial (FGCMF), se han recuperado para la navegación de recreo numerosas embarcaciones tradicionales, y cada vez es más frecuente ver en las rías gallegas barcos de pequeño porte, como dornas o gamelas, con las velas desplegadas.
En el Encontro de O Freixo hemos podido admirar una buena muestra de ellas, junto a grandes joyas recuperadas de nuestro patrimonio marítimo, como el balandro «Joaquín Vieta» y los galeones “Ave de paso”, «Illa de Cortegada» o «Coruxo». Y junto a éstas, embarcaciones de madera de nueva construcción como la dorna “Sara” y el racú “O Laberco”, que poco a poco van abriéndose paso entre los aficionados a la navegación a vela y contribuyendo a mantener activo el sector de la construcción naval en madera.
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