Cuando el visitante se acerca a la central eléctrica de Belesar (Chantada, Lugo) y se asoma a la presa sobre el Miño, tiene que pensar que la altura del monte por encima del nivel del agua solo es un tercio de lo que fue en los años 60 del pasado siglo, antes de que el mayor embalse de Galicia echara de sus casas a los vecinos de una treintena de pueblos.
Llegamos aquí junto a un grupo de amigos, algunos oriundos de la zona, con el interés aguijoneado por el documental «Asolagados», de Coa auga ó pescozo. Es un momento emotivo, pues suenan en nuestros oídos los impresionantes testimonios de antiguos moradores que recoge ese magnífico trabajo.
Frente a nosotros se extiende un bello paraje arbolado, salpicado de cultivos de viñedos en fuertes pendientes. Fue territorio de José Castro Veiga, O Piloto, el último guerrillero antifranquista. La Guardia Civil lo mató de un tiro mientras comía un trozo de pan con chorizo sin darle tiempo a contestar, y eso ha alimentado su leyenda en los pueblos de los alrededores.
Estamos en A Ribeira Sacra, vertiente del Miño, y por el lado del aliviadero de la presa divisamos la iglesia del antiguo monasterio de Santo Estevo de Ribas de Miño. Es solo la primera muestra del inmenso patrimonio religioso que esconden los bosques de A Ribeira Sacra, espacio que abarca 20 municipios de las provincias de Lugo y Ourense bañados por los ríos Miño y Sil, y que aspira a ser declarado por la Unesco Patrimonio Natural de la Humanidad.
La versión más extendida atribuye el nombre de A Ribeira Sacra a la gran concentración de monasterios e iglesias románicas en el entorno de ambos ríos, aunque otra reivindica un origen anterior a la cristianización, relacionado con las carballeiras (riboyras), robledales sagrados celtas.
Cualquiera que sea la procedencia de su nombre, son innegables el interés y la abundancia de iglesias, monasterios y de carballeiras. Entre otras cosas, porque forman un todo mágico, a veces en lugares prácticamente inaccesibles, como ocurre, por ejemplo, con la iglesia de Santa María de Pesqueiras (Chantada), del siglo XIII. La espesura del bosque de robles y castaños donde se encuentra deja a buen recaudo el tesoro que constituyen sus pinturas murales del siglo XVI, figuraciones de la Anunciación, la Resurrección y el Juicio Final.
Que nos guiaran personas del lugar se tradujo, en este caso, en el privilegio de disponer de la llave del templo, ahora desacralizado, para acceder a su interior y admirar esas obras de arte que adornan el ábside. No tuvimos la misma suerte para visitar la iglesia de Santo Estevo de Ribas de Miño (O Saviñao), construida entre los siglos XII y XIII, en cuyos muros se aloja una escalera de caracol que conduce hasta su gran rosetón.
Hay que decir que en A Ribeira Sacra el paisaje hechiza a cada paso, pues los meandros del río y las viñas que trepan por sus costados ganándole terreno al bosque se confabulan para crear estampas inimaginables. El paisaje en sí es un tesoro a la vista que cobija antiguas bodegas de guarda, semienterradas en lugares arbolados, frescas en verano y abrigadas en invierno, en las que el vino se mantenía siempre a la misma temperatura.
Por el sendero que sale de la iglesia de Santa María de Pesqueiras se llega a Fondo de Vila (Sabadelle, Chantada), donde se encuentra una de ellas, construida a finales del siglo XVIII y conocida como «la bodega de Primi».
La de guarda es una verdadera joya que Primitivo Lareu, el propietario, muestra a sus visitantes antes de conducirles a las modernas instalaciones de las que salen unas 25.000 botellas anuales de vino, en su mayoría tinto mencía, comercializadas con la marca Sabatelius.
Hay todavía muchos más tesoros que descubrir. Si hubiera que citar un imprescindible en A Ribeira Sacra do Miño sería el pueblo de Belesar, en la cola de otro embalse, el de Os Peares, con sus casitas apiñadas, su pequeña iglesia salvada de las aguas, y un embarcadero que le da cierto aire romántico.
El paseo fluvial hasta el Cabo del Mundo es una agradable manera de tomar contacto con esta escarpada tierra cultivada desde tiempos antiguos mediante viticultura heroica. Alcornoques, madroños, castaños y frutales, xestas, tojos y mimosas han ido ganando terreno a los viñedos. No obstante, la producción de vinos en esta subzona de Chantada es una de las mayores de la D.O. Ribeira Sacra.
Por sus característicos bancales o terrazas de viñedos asoman las casas más altas de pueblos que se tragó el embalse. También decenas de pequeñas bodegas asimiladas al paisaje, algunas restauradas y reconvertidas, con mejor o peor gusto, en segundas viviendas con privilegiadas vistas al río. El fenómeno despunta frente a la isla de Maiorga, en el pueblo de Millara, conquistado por acaudaladas familias gallegas.
Nos hemos adentrado en un territorio con un importante legado de embarcaciones tradicionales, artes de pesca, leyendas y canciones populares que recuperar. Es el país de las xacias —peculiares sirenas fluviales— de las que me habla Francisco, propietario del alojamiento rural Casa Romualdo y empedernido contador de historias.
«Allí donde hay una persona que sueña hay una xacia», me dice. Y me nombra algunas que habitan en el pueblo de O Pincelo: a Esther, pionera del vino cuando solo era cosa de hombres, cuyo Diego de Lemos fue durante muchos años el único vino de la D.O. Ribeira Sacra con certificación de agricultura ecológica; a Antonio, su marido, que injertaba cerezas; y al sabio Avelino.
Tesoros mitológicos los xacios y xacias, que pueden vivir tanto en las profundidades del río como en tierra firme adoptando forma totalmente humana, y que sumo a muchos otros tesoros que espero descubrir en próximas visitas.
muy buen artículo de la parte miñota de ribeira Sacra. Cierto que hay muchos mas elementos a destacar, pero como resumen esta muy bien. Para lo que precises nos ofrecemos ( Asociación Veciñal do Saviñao ). Creamos una ruta de senderismo ( PR-G 162 ) y la mantenemos ( el ayuntamiento no la asume ), nos preocupamos por el patrimonio municipal y las infraestructuras turisticas. saludos.
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