Portomarín, una estación en el Camino de Santiago

El embalse completamente seco y, al otro lado, el arco del puente romano salvado de las aguas. © Alberto Alonso.
El paso de peregrinos por el Camino Francés a Santiago de Compostela es constante durante todo el año, y Portomarín es, desde la Edad Media, una de las localidades que testifican su afluencia. En estas fechas veraniegas, resulta difícil topar con los lugareños porque las calles están tomadas por hombres y mujeres con mochilas a la espalda o bicicletas igualmente cargadas, entre los que sobresalen las pieles claras y los rubios cabellos de germanos, holandeses, austriacos…
De alguna manera, la estampa, entre las hileras de casas de una o dos plantas, adosadas bajo soportales de piedra, en arco o sobre pilastres, y balcones verdes desbordados de flores, evoca el ambiente de Saint Jean Pied de Port, el inicio del Camino Francés. Con sus particularidades, por supuesto, y grandes reservas, como el hecho de que estas calles de Portomarín no son peatonales, por lo que los coches aparcados a los lados estorban a la vista y estropean todo su encanto.
Soportales típicos. © Alberto Alonso.
Este es el Portomarín nuevo, construido en los años 60, cuando el embalse de Belesar inundó un pueblo con siglos de historia en el trazado del Camino de Santiago, con un puente romano sobre el Miño que queda al descubierto cuando bajan las aguas del embalse, y joyas arquitectónicas como las iglesias románicas de San Nicolás y de San Pedro, que fueron trasladadas piedra a piedra y reconstruidas en un nuevo enclave. Hoy en día, la de San Nicolás, una iglesia-castillo del románico tardío gallego, se alza en la Plaza Conde de Fenosa, junto al Ayuntamiento, como el alma del pueblo que desapareció bajo el agua.
Abajo, junto al embalse, atravesado por un moderno puente, más arquitectura rescatada: un arco del viejo puente romano sobre el que se contruyó la capilla de As Neves y por cuya escalinata acceden los peregrinos al centro del pueblo.
Ahí mismo está el Albergue Juvenil “Benigno Quiroga” de la Xunta de Galicia. Ayer, primero de julio, comenzaron los campamentos de verano, y durante la tarde fueron llegando los 47 niños y niñas de la primera tanda. Las instalaciones tienen muy buena pinta, y el entorno es ideal para practicar piragüismo, vela, senderismo y bicicleta. Lo van a pasar en grande los próximos siete días.
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Soy periodista. Cofundadora y directora de la editorial Belagua. Trabajo en proyectos editoriales centrados en la comunicación turística de Galicia, y desarrollo tareas editoriales, de comunicación y de creación y gestión de contenidos para todo tipo de publicaciones. Soy navarra, vivo en Vigo y adoro Galicia.

Hay 2 comentarios

  1. Edurne dice:

    Tienes toda la razón. En Galicia tenemos parajes de ensueño para pasar unos días. Aunque tampoco está nada mal lo que has hecho tú este verano, ¿eh? 😉 ¡Qué envidia!
    Un saludo

  2. estebariz dice:

    Por ahi se montan unos campamentos muy buenos la verdad. Yo voy a menudo a Sarria (de hecho acabo de llegar de alli ahora mismo) y algun que otro año hacian campamentos por alli y los pasaban pipa los chavales. Encima el entorno es precioso, con el rio, los bosques, la calma que se respira en todos lados… UNA MARAVILLA!

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