Viajar a O Courel es introducirse en la profundidad de la montaña gallega y disfrutar de un paisaje espectacular. Circulando por la maraña de carreteras comarcales que atraviesan toda esta área montañosa es inevitable sentir vértigo ante la contemplación de sus pronunciadas laderas y los estrechos valles donde se cobijan aldeas centenarias.
Ahora, en otoño, las rotundas formas verdes por las que bajan decenas y decenas de arroyos, se engalanan con los amarillos, ocres y naranjas de toda la variedad de árboles autóctonos que crecen en estos montes, masas grandes o pequeñas, que ponen el toque de color a esta inmensa obra de la naturaleza.
La mayor parte de la Sierra de O Courel pertenece al municipio de Folgoso do Courel, aunque sus estribaciones abarcan parte del territorio de Quiroga, O Incio, A Pobra do Brollón, Samos, Triacastela y Pedrafita do Cebreiro.
La productividad de sus bosques ha conseguido atraer tanto a los aficionados a las setas como a las empresas comercializadoras de castañas. Asimismo, es un importante dominio de cazadores, por lo que en esta época es normal escuchar sus batidas en el monte.
Hay muchas formas de disfrutar de la Sierra de O Courel, y los amantes del senderismo gozan aquí de infinidad de rutas que llevan de pueblo a pueblo, por antiguos caminos que los habitantes de estos apartados lugares recorrían en sus quehaceres cotidianos. Molinos, herrerías o secaderos de castañas son algunos de los elementos que testimonian las formas de vida tradicionales. Además, aunque sus cumbres (Pía Paxaro, Capeloso, Faro y Formigueiros) no son las más altas de Galicia, la Sierra de O Courel es igualmente apreciada por los montañeros.
Con todo, estos son cinco motivos de la monumental riqueza paisajística y etnográfica de O Courel que no puedes ignorar:
Distantes entre sí cinco kilómetros, son dos aldeas rehabilitadas en las que se aprecia en su totalidad la arquitectura popular de las montañas de O Courel: tejados de losas de pizarra; casas con puertas, ventanas y balcones de madera, apiñadas en calles estrechas para protegerse mejor de la nieve, y pasadizos entre algunas casas que sirven de abrigo para realizar determinadas tareas.
En Seceda todavía quedan habitantes. Hay una casa de turismo rural, y en algunas puertas se anuncia que venden miel. Incluso se puede coincidir con un pastor y su rebaño de ovejas atravesando el pueblo. Gracias a su impecable restauración, con sus calles empedradas al estilo tradicional, mediante losas de pizarra clavadas en el suelo, Seceda está declarada Aldea Típica y Conjunto Etnográfico de Interés Turístico por la Xunta de Galicia. Toda ella rezuma un fuerte carácter montañés. Aparte, en un altozano, están la iglesia (s. XVIII) y el cementerio.
Cortes está ubicada en la parte baja de un gran bosque de castaños, y solo una casa está habitada de forma permanente. Al contrario que las de Seceda, sus callejuelas aparecen cubiertas de cemento, por lo que su fisonomía tradicional pierde parte de su encanto.
De camino a Samos, en Santalla de Abaixo (Samos), el río Lóuzara forma una pequeña cascada y junto a ella se levanta lo que queda del molino de Locai. El lugar es un hito de la ruta literaria artística dedicada al poeta Fiz Vergara Vilariño, natural de la parroquia, y está señalizado con una escultura de hierro con la inscripción de su “Romance íntimo al río Lóuzara”.
Es el bosque emblemático de O Courel, por su gran variedad de plantas y especies arbóreas autóctonas, su riqueza faunística y las cuevas naturales que alberga. Está considerado uno de los bosques con mayor diversidad de la Península Ibérica y es una hermosa muestra de los antiguos bosques de las montañas gallegas. Se accede a la devesa por un sendero que parte del Aula de la Naturaleza de Moreda (Folgoso do Courel) y lleva hasta la Fonte do Cervo, peculiar porque de la misma roca brotan dos manantiales diferentes y ambos con propiedades curativas, uno de aguas ferruginosas y otro de aguas calcáreas.
La aldea de Vilar conserva muchos de los elementos típicos de estas montañas. Está situada en medio de un souto (bosque de castaños) y hay que atravesarla andando para tomar el sendero de 500 metros que lleva al castro. El camino está indicado con un original vía crucis de madera, pues al final se encuentra también la sencilla capilla de San Roque, con tejado a dos aguas.
El castro se levanta sobre un alargado espolón frente a un meandro del río Lor, y tenía como misión la defensa del camino izquierdo del río. Su primera ocupación data del siglo II d. de C. y su construcción aprovecha la protección natural de la roca.
Te llamarán la atención y te preguntarás qué son unas construcciones redondas de piedra sobre las laderas de los montes. Son albarizas, levantadas para proteger de los ataques de los osos las colmenas de las abejas. O Courel es una de las principales zonas productoras de miel de castaño y de brezo. Muchas albarizas están hoy en día abandonadas, y algunas incluso se aprecian dañadas por la construcción de la carretera, pero también se pueden ver otras con colmenas en su interior. Dicen los biólogos que O Courel no es zona de cría de osos, pero eso no evita que se desplacen hasta aquí desde otros lugares y que, si tienen ocasión, ataquen los colmenares.
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