Si en tu visita a París acudes a visitar el cementerio de Père Lachaise y te das una vuelta turística por sus jardines como lo harías por cualquier parque público, ¿por qué no entrar en los cementerios de tu propia ciudad o en los de cualquier lugar que visitas, por pequeño y humilde que sea?
Los personajes que ahí reposan no serán figuras universales de la música, el arte, la literatura, la política o el cine, cuya influencia desde el más allá ha convertido sus actuales moradas en nuevos centros de peregrinación de los turistas de todo el mundo, pero te sorprenderás descubriendo la historia local ligada a los elementos arquitectónicos y escultóricos que los adornan, en mausoleos, panteones, tumbas y diversos monumentos.
Desde que en 2010 el Consejo de Europa reconoció como itinerario cultural la Ruta de los Cementerios Europeos, han sido muchas las ciudades que han visto en sus camposantos un atractivo turístico y han comenzado a promocionarlos como espacios monumentales dignos de ser visitados.
Mañana, Día de Todos los Santos o de los Difuntos, muchas personas acudirán a los cementerios a honrar a sus muertos, y volverá a hablarse de los valores artísticos que encierran estos recintos y del auge del turismo de cementerios en el mundo.
¿Te atreves tú a adentrarte en una ruta improvisada de necroturismo por Galicia? Olvídate de supersticiones, despójate de ancestrales temores y anímate a realizar un respetuoso paseo cultural por la paz de los cementerios gallegos en cualquier momento del año.
Para empezar visitemos los cementerios de San Amaro (A Coruña) y de los Ingleses (Camariñas). Son los únicos de Galicia incluidos en la Ruta de los Cementerios Europeos, [Actualización 07/01/2014: se incorpora a esta ruta el cementerio de Santa Mariña de Dozo (Cambados)], lo cual no anula, como verás, la importancia de otros muchos espacios repletos de obras que ejemplifican la calidad de sus arquitectos y escultores, muchas veces canteros locales, que han ido dejando su huella desde siglos atrás.
Así ocurre en el de San Amaro, uno de los pocos cementerios marinos que existen en el mundo, cuyos panteones destacan por su impresionante factura arquitectónica, y en el que se levantan dos monumentos colectivos, el de los Mártires de la Libertad y una columna tronzada en recuerdo de las víctimas de la primera huelga general del movimiento obrero gallego, en 1901.
Inaugurado en 1813, en él reposan los restos de algunos de los más ilustres gallegos, como el primer presidente de la Real Academia Galega, Manuel Murguía; el polifacético artista y escritor Luis Seoane, y el poeta Manuel Curros Enríquez, uno de los principales exponentes del Rexurdimento (Resurgimiento) en el siglo XIX de la lengua gallega como vehículo de expresión social y cultural.
El nombre del otro espacio de la ruta europea, el Cementerio de los Ingleses, hace alusión a los tripulantes del buque escuela británico “Serpent” que naufragó en 1890 en la costa de Camariñas (A Coruña) con un balance de 172 muertos y 3 supervivientes. Los vecinos de la zona enterraron los cadáveres junto a la playa de Trece, desde donde se contempla la duna rampante de Monte Branco. Cerrado con un muro de piedra, en un pequeño recinto interior reposan los restos del capitán y los oficiales, y alrededor, los de los marineros.
Desde 1990 se levanta en este cementerio un monolito en memoria de todos los náufragos de A Costa da Morte y se celebra anualmente un acto de homenaje.
Pero decía que en Galicia hay otros muchos ejemplos de cementerios singulares merecedores de atención. Sin ir más lejos, el Cementerio del Fin del Mundo (Fisterra, A Coruña), el más moderno de los cementerios gallegos. Construido en 1998, es obra del arquitecto César Portela, y en él todavía no hay muertos, pues la gente del lugar se resiste a descansar en un espacio laico tan poco convencional. Enclavado de camino al faro, en la ladera del monte, mirando hacia el Océano, es un conjunto de cubos de granito (nichos, capilla y sala de autopsias) desprovisto de signos religiosos. Pese a no contar con el favor de los finisterranos, ha sido finalista de prestigiosos premios internacionales de arquitectura y reconocido por los especialistas como una de las mejores obras funerarias del mundo.
No podemos olvidarnos tampoco del cementerio de la iglesia de Santa María A Nova, en Noia (A Coruña), convertida ahora en un museo que alberga la mayor colección de lápidas gremiales de Europa procedentes de su camposanto. Se extiende alrededor y según cuenta la leyenda se hizo con tierra traída de Palestina. En él sobresalen un baldaquino con techo de pirámide cuadrangular que cobija un cruceiro y cientos de lápidas de antiguos sepulcros colocadas alrededor de los muros de la iglesia.
Sorprendente también es el conjunto que forman el cementerio y las ruinas de la iglesia gótica de Santa María de Dozo, en Cambados (Pontevedra), con tumbas bajo su única nave destechada, y curiosas esculturas en sus cuatro arcos, como la de un hombre comiéndose sus excrementos, que se puede ver en la clave de su tercer arco.
Completamos esta breve ruta necroturística por Galicia visitando cementerios urbanos, como los de Pereiró (Vigo), San Froilán (Lugo), San Francisco (Ourense) y Boisaca (Santiago de Compostela), donde encontraremos tumbas, panteones y mausoleos de gran valor artístico, con los apellidos de las más conocidas familias de la burguesía local, alcaldes y personalidades del mundo de la cultura gallega, además de curiosas referencias a episodios históricos y sucesos que conmocionaron a los habitantes de estas ciudades.
Claro que si se trata de los gallegos más ilustres, el lugar de referencia es el Panteón de Gallegos Ilustres, en el Museo do Pobo Galego, en Santo Domingo de Bonaval (Santiago de Compostela). Ahí resposan los escritores Rosalía de Castro, Alfredo Brañas, Ramón Cabanillas, Domingo Fontán, Francisco Asorey y Daniel Alfonso Rodríguez Castelao.
¿Ves por qué no es nada tenebroso entrar en los cementerios?
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