Viaje al interior del Entroido | Conociendo al cigarrón

La elegancia caracteriza el porte del cigarrón.

La elegancia caracteriza el porte del cigarrón.

Tener delante una máscara de cigarrón invita a acariciarla como si fuera un fetiche. La superficie de su cara extrañamente risueña está perfectamente pulida, y su perfil, enmarcado por una suave piel de conejo. De la mitra, decorada con un animal totémico y realizada en una firme lámina de aluminio, cuelga una fina rabeira o cola de caballo, y la capucha interior se encaja a la anatomía de su portador bajo un vistoso gorro de piel. Si tienes la oportunidad de observarla detenidamente, entenderás por qué la máscara del cigarrón es un objeto exclusivo y fascinante.

Junto a la llamativa careta, elaborada de manera artesana con madera de abedul —cortada entre los meses de septiembre y noviembre—, otros singulares elementos, como un pesado pantalón blanco de puntillas cuajado de pompones de algodón, y seis cencerros (chocas) de unos diez kilos que le cuelgan a la espalda de su cintura, convierten al cigarrón en el reverenciado personaje del Entroido de Verín, declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional.

El cigarrón hace sonar los cencerros o chocas moviéndose de forma peculiar.

El cigarrón hace sonar los cencerros o chocas moviéndose de forma peculiar.

Con sus peculiares saltitos para que los cencerros suenen de una forma determinada, los cigarróns se dejan ver por primera vez el día 17 de enero, en la romería de San Antón. Sus bulliciosas carreras y el colorido de su vestimenta despiertan el hambre de carnaval en este municipio de tradición balnearia del interior de Ourense, recién constituido Eurociudad del Agua junto a la localidad portuguesa de Chaves.

Entre otras muchas razones para visitar Verín, los cigarróns son una de ellas. Su figura preside la Plaza del Cigarrón, en el núcleo histórico, donde se bautizan los nuevos cigarróns el Sábado de Entroido, y ha inspirado el dulce típico de estas fechas, la Bica del Cigarrón, especialidad de la confitería Las Titas, con 200 años de tradición repostera artesanal.

Los cigarróns en el desfile del Domingo de Entroido en Verín.

Los cigarróns en el desfile del Domingo de Entroido en Verín.

Ataviados elegantemente con chaquetilla de colores con charreteras y flecos dorados, una vistosa pañoleta por encima, calzones blancos con puntillas y pompones, y unas medias caladas de color blanco, los cigarróns tienen una imagen extravagante y afeminada. Las caretas les impiden la visión lateral, por lo que utilizan su látigo o zamarra para abrirse paso entre el gentío y evitar un tropiezo con serias consecuencias.

Viéndolos desplazarse, se hace creíble la teoría de que nacieron en el siglo XVI en señal de burla de los antiguos recaudadores de impuestos del conde de Monterrei. Quizás por ello también está permitido insultarlos pero nunca tocarlos.

Los verinenses maman desde muy niños el deseo de encarnarse en cigarrón.

Los verinenses aspiran desde niños a encarnarse en cigarróns.

Vestir el valioso traje de cigarrón es una de las aspiraciones de todo joven verinense, sea hombre o mujer. Cuando llega el momento, además de un honor y un orgullo, es una gran responsabilidad. Porque, para empezar, hay que prepararse físicamente para portar los alrededor de 25 kilos que pesa el traje, y llevarlo con la dignidad que merece. La tradición se transmite de padres a hijos, y entre los más de 700 cigarróns que desfilan el Domingo y el Martes de Entroido se encuentran distintas generaciones.

RITUAL PARA VESTIRSE

Vestir al cigarrón es una tarea que requiere técnica.

Vestir al cigarrón es una tarea que requiere técnica.

Los cigarróns se visten en grupos numerosos, cada uno de ellos ayudado por dos personas, en un estudiado ritual. Solo el pantalón puede pesar ocho kilos, debido a las hileras de pompones blancos cosidos a cadeneta de ganchillo por todo su alrededor. Por eso se llevan con unos firmes tirantes por encima de la camisa.

La mayor dificultad estriba en la colocación de dos apretadísimas fajas de lona dura de unos cuatro metros de longitud —una blanca y otra roja por encima— que se desgastan con la presión y el roce de los cencerros. Y otro importante detalle: el cinto de las chocas debe ir ajustado fuertemente entre el hueso de la cadera y las costillas flotantes.

Batallones de cigarróns, en las calles de Verín.

Batallones de cigarróns, blandiendo su látigo por las calles de Verín.

Pero la transformación no se produce hasta que el cigarrón se encaja la careta, personal e intransferible. Es en ese último gesto cuando el alma del cigarrón se apodera al instante de la persona, y ante los presentes emerge su venerable figura. Imbuida de autoridad y digna de respeto, desprovista de sexo, de edad y sin otro propósito que imponer su ley allá donde va.

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Soy periodista. Cofundadora y directora de la editorial Belagua. Trabajo en proyectos editoriales centrados en la comunicación turística de Galicia, y desarrollo tareas editoriales, de comunicación y de creación y gestión de contenidos para todo tipo de publicaciones. Soy navarra, vivo en Vigo y adoro Galicia.

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