Las fuertes e incesantes lluvias de este invierno, que nos acompañaron incluso durante la Semana Santa, no deberían tener tan mala prensa para el turismo porque gracias a ellas podemos disfrutar en Galicia de auténticos espectáculos en la naturaleza. ¿Quieres algunos ejemplos?
Imágenes como la de la cascada de Ézaro (Dumbría, Costa da Morte) en un estado de casi ebullición no se repiten fácilmente, y han sido estos días profusamente difundidas en las redes sociales. Una combinación de factores, la altura de la caída, el caudal de agua, la singularidad de que se encuentra en la desembocadura del río y la iluminación nocturna, la convirtieron esta Semana Santa en uno de los lugares más visitados de Galicia.
Otra de las más renombradas fervenzas gallegas es la del río Toxa en Silleda (Pontevedra). Está enclavada en un frondoso bosque, cerca del monasterio de Carboeiro, y parece sacada de un cuento de hadas. Las imágenes más difundidas están tomadas con buen tiempo y un caudal de agua regular, pero el capricho de la naturaleza puede transformarla hasta lo desconocible.
Otro paisaje de agua es el del tramo del río Armenteira entre las parroquias pontevedresas de Barrantes (Ribadumia) y Armenteira (Meis), donde se enclavan hasta 53 antiguos molinos todos restaurados. Si los vecinos dependían de la fuerza del agua para mover la piedra que había de moler el maíz, el trigo y el centeno, bueno era que lloviera y el río aumentara su caudal. El sendero por la orilla del río se ha convertido ahora en la Ruta da Pedra e da Auga, un agradable recorrido sin apenas dificultad, que comienza (o termina) en el monasterio de Armenteira.
Igual de agradecidos con la lluvia estarían antaño los vecinos de Barro (Pontevedra) porque en un lugar donde el río Barosa alcanza un desnivel de 30 metros construyeron otro conjunto de molinos para obtener harina. Los pasados días de Semana Santa, el caudal de la cascada del río Barosa era motivo de curiosidad, y este área, denominada Parque da Naturaleza del río Barosa, se llenó de visitantes boquiabiertos que no paraban de hacer fotos.
A la vista de estos paisajes que nos regala la naturaleza, ¿no deberíamos replantearnos las relaciones entre la lluvia y el turismo?
Aunque este año está siendo especialmente duro por la cantidad de días que tenemos de lluvia, sin duda nuestra tierra la necesita para paisajes tan hermosos como los que nos muestras. Bss!
Cierto, Inés. La lluvia tiene sus incomodidades, pero deberíamos cambiar el chip, ya no solo de cara al turismo sino por nuestro propio bienestar. En fin, ser menos negativos…