¿Sabias que las únicas montañas de Galicia de más de 2.000 metros se encuentran en el Macizo de Trevinca? ¿Y que este es el segundo macizo de la Península Ibérica, después de los Pirineos, con más lagunas glaciares? Con estas premisas, ¿te vas a resistir a visitarlo y de paso acudir a desencantar a la princesa que habita en la laguna de A Serpe?
De las cercanías del pueblo de Vilanova de Trevinca (A Veiga, Ourense) salen las tres rutas posibles a la cumbre de Pena Trevinca, el techo de Galicia, con 2.127 metros de altura, por lo que a la tradicional afluencia de montañeros se ha sumado en los últimos años la del creciente turismo de naturaleza.
El único alojamiento del pueblo es la casa rural O Trisquel. Tiene aire de refugio de montañeros, con una pequeña entrada en la que se guardan botas, piolets, crampones, esquís y todo tipo de material para practicar montañismo, y sus propietarios derrochan hospitalidad. Cenamos a la mesa con ellos, Marcos y Cholo, en amigable conversación, y en cuanto les manifestamos nuestra intención de subir a la laguna de A Serpe, se ofrecen a acompañarnos.
Fanática como soy de las visitas guiadas, saliendo del pueblo de Ponte me siento afortunada por tener a Cholo de guía, debido a su larga experiencia en la montaña y su amplio conocimiento del Macizo de Trevinca. Durante la subida al monte O Fial por una pista forestal, me muestra toda la grandeza que se extiende ante nuestros ojos a medida que tomamos altura: los valles de los ríos Xares y Meladas, su afluente; el pico Maluro; los pueblos de Ponte y Vilanova y, allá lejos, el Macizo Central, presidido por la cumbre de Cabeza Grande de Manzaneda.
Frente a nosotros, los restos de las minas de volframio de Vilanova —recuerdo de la colaboración del régimen franquista con el nazismo en la Segunda Guerra Mundial— son la nota discordante de este paisaje virgen que contemplamos boquiabiertos en nuestro primer alto en el camino. Y a medida que avanzamos, más y más montes superpuestos: Os Penedos de Oulego, en la Serra da Enciña da Lastra, y Pía Paxaro, en la más alejada Serra do Courel.
El ángulo de visión se amplía y ante nuestros ojos aparecen también las más altas cimas del macizo, Pena Trevinca (2.127 m.) y Pena Negra (2.119 m.). Alcanzamos a ver también el fondo del valle glaciar del río Xares, que nace casi en la cumbre de Pena Trevinca; el área llamada O Escambrón y la zona de O Diluvio, profunda y vertical, por donde baja el agua del deshielo hasta el Xares.
El tramo final de O Fial es empinado, pero lo encaramos ansiosos porque la laguna de A Serpe está cerca. En la cima, un lugar muy venteado, es fácil ver águilas reales y buitres leonados, y desde ahí se contempla otro valle, el del río Bibei, el pico Ocelo, y la Sierra Calva, en el vecino Parque Natural de Sanabria (Zamora). Nos dirigimos hacia unas rocas conocidas por el nombre de Balcón de A Serpe, y ahora sí, asomados a ellas obtenemos, por fin, la impactante visión de la legendaria laguna.
Cuenta la leyenda que en sus aguas habita una enorme serpiente. En las noches de San Juan sale a la superficie convertida en una bellísima mujer y sobre unas rocas espera la llegada de un mozo soltero capaz de liberarla del encantamiento. Para ello, al amanecer tornará a su aspecto de serpiente, y él tendrá que escupir sobre su boca. La princesa encantada lleva miles de años en la laguna sin encontrar al valiente que rompa el hechizo.
El lugar no puede ser más bello. La laguna de A Serpe está custodiada por el escarpado Alto do Turriero y el monte O Fial, cuya ladera, cubierta de brezos y retamas, termina en un extenso canchal, y los perfiles de Pena Negra y de Pena Trevinca se dibujan lejanos sobre un cielo completamente azul.
Estaríamos horas en este lugar encantado, sentados sobre las piedras donde acostumbra a posarse la princesa hechizada, contemplando un paisaje extraordinario, conservado en perfecto estado natural, ya que, a diferencia de lo que ocurre en otras zonas de la montaña gallega, no lo cruza ninguna línea de alta tensión, ni tiene pueblos en su corazón ni parques eólicos en kilómetros a la redonda. Para preservarlo en el futuro, aspira a ser declarado Parque Natural.
Con la imagen imborrable de la laguna de A Serpe en la retina, y ya plenamente ubicados en la inmensidad del paisaje que nos envuelve, en el camino de regreso disfrutamos de otros aspectos que nos brinda esta montaña: la cantidad de mariposas que revolotean a nuestro paso; el delicioso dulzor de los arándanos; la llamativa presencia de cuarzo puro y de raíces de brezo —semejan rocas negras y son la madera con la que se fabrican las pipas de fumador—; el penetrante olor de la milenrrama; las pinceladas de púrpura de campanulas y crocus sobre la hierba; el descubrimiento de un gran sapo atigrado camuflado en la tierra…
Sin lugar a dudas, la subida a la laguna de A Serpe ha merecido el esfuerzo. La ruta de algo más de dos horas de camino por un paraje sin arbolado nos ha descubierto solo una parte de esta auténtica reserva natural que es el Macizo de Trevinca, el vínculo entre Galicia, Zamora y León.
Nos queda claro que Galicia también es su montaña ¡y qué montaña!
[…] Conocí hace dos años la laguna de A Serpe, por lo que la visita programada en esta ocasión a las lagunas de Ocelo, Carrizais y Laceira enriqueció mi experiencia en el Macizo de Trevinca. Se encuentran en otra ruta, que sale del pueblo de Xares atravesando un coto de caza, y puede hacerse en quad o vehículo 4×4 previa autorización municipal. […]
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