Las once de la mañana del sábado, y la actividad en la finca La Moreira de Bodegas Marqués de Vizhoja está siendo frenética, tanto en las viñas como en la bodega, pues el proceso de elaboración del vino se realiza a medida que va entrando la uva en la bodega. En unos quince días el mosto habrá fermentado, y en treinta más estará desfangado y listo para embotellar.
Este año fue Marqués de Vizhoja, en el municipio de Arbo (O Condado, Pontevedra), la primera bodega de la Denominación de Origen Rías Baixas en iniciar la vendimia. En cuestión de días, en toda la Denominación de Origen se habrán recolectado entre 35 y 40 millones de kilos de uva blanca, la mayoría albariña, y en mucha menor cantidad, loureira, treixadura y otras variedades.
La vendimia ha movilizado ya a cientos de jornaleros. Repartidos por las hileras de los viñedos, en parejas, uno a cada lado del parral, van cortando cuidadosamente los racimos. A mediados de este mes de septiembre, en la finca La Moreira, próxima al río Miño, por las mañanas corre un poco el aire y la tarea no se lleva mal del todo, pero por las tardes, a más de 30 grados de temperatura, se achicharran.
Ana y María, dos hermanas de Vigo de 27 y 31 años, no pierden el ritmo de trabajo mientras comentan que no es la primera vez que vendimian. Conocen la tarea porque les ha tocado hacerla en familia, pero dicen que su experiencia en una gran extensión como ésta, ocho horas entre la mañana y la tarde, durante varios días, está siendo agotadora para ellas.
Marisol y Nelo controlan que no quede una sola hilera sin vendimiar y aunque llevan unos walkie-talkies para comunicarse, disponen de su propio código para indicar a los tractores el lugar donde hay cajas para cargar: en la esquina de las hileras terminadas colocan boca abajo una caja roja con un palo tieso como un mástil.
La falta de agua durante casi tres meses ha cuarteado la tierra, y los tractores levantan una polvareda inmunda que se pega en los cuerpos y ropas de los sudorosos peones que vienen y van continuamente, cargando y descargando, del viñedo a la bodega y de la bodega al viñedo, subidos al tractor.
Dentro de la bodega, tres cuartos de lo mismo. Trabajan sin parar —aunque en este caso algo más frescos— 20 horas en dos turnos, hasta elaborar el mosto, filtrarlo mediante un novedosos sistema de flotación con gelatinas hidrolizadas, y dar inicio a la fermentación.
Javier Peláez, enólogo y copropietario de Bodegas Marqués de Vizhoja, está al pie del cañón en la bodega, y me explica algunas de las particularidades de esta campaña: apenas han caído 8 o 10 litros de agua desde el mes de junio, por lo que la uva tiene gran concentración de azúcares. La cáscara, donde se encuentran los aromas más importantes del vino, viene bastante arrugada, por lo que la maceración será corta en beneficio de la suavidad y frescura de sus vinos.
De su bodega saldrán este año alrededor de 1.850.000 botellas, de las que solo unas 250.000 son vinos de la D.O. Rías Baixas, el «Torre La Moreira» (100% albariño) y el «Señor de Follas Verdes» (polivarietal), que se elaboran con uva propia. El resto es la producción del «Marqués de Vizhoja», vino de autor no sometido a las exigencias del Consello Regulador de la Denominación y que se nutre también de uva de los pequeños viticultores de la zona.
Aunque en O Condado y O Rosal la vendimia se ha adelantado, en la subzona de O Salnés el grueso tendrá lugar a partir de la primera semana de octubre, pues en la mayoría de los viñedos la uva no ha alcanzado el punto óptimo de maduración. En general, en la D.O. Rías Baixas, a la que están adscritos 6.714 viticultores y 180 bodegas, la uva albariña supone el 95% de la producción total, y procede en su mayoría de la subzona de O Salnés. La mayor producción de treixadura se obtiene en O Condado, y la de uva loureira, en O Rosal.
[…] De vendimia en O Condado […]
Tiene que ser toda una experiencia vivir la vorágine de un día de vendimia, con tantísima gente de aquí para allá, cada uno con su cometido en la cadena del vino, me ha encantado!
Gracias, Inés. La verdad es que fue muy bonita la experiencia. Es todo un engranaje que funciona coordinadamente, pues todos los procesos llevan un tiempo determinado para que el resultado sea bueno, y eso empieza ya al cortarse los racimos: no pueden pasar más de dos horas desde que la uva se corta hasta que empieza a procesarse, así que todo el mundo va a marchas forzadas, sin parar.